18 dic 2010

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LA AMARGURA


Todos los hombres estamos expuestos  a ofensas. La palabra amargura proviene del griego que en su raíz quiere decir: punzadas, con algo pesado y fuerte que viene hacia mí. La amargura se produce como respuesta a una ofensa recibida. En Génesis 3 Dios le dice a Adán, ¿dónde estás tú con respecto a mi?

La amargura tiene la capacidad de extenderse paso a paso en una persona, hasta convertirse en su forma de vida. La persona no sólo se amarga sola sino que llama a algunos amigos: enojo, resentimiento, auto-conmiseración, venganza, rencor, paranoia, cinismo. La amargura es tomar un veneno y esperar que el otro se muera.

Prov. 6:12-15; 16-19… El que se junta con un amargado le llega la calamidad. El amargado siempre intenta destruir a otros.


Tres cosas que evitan desarraigar la amargura:

1-. El ofendido considera que la ofensa es culpa de la otra persona. Se auto-justifica y denigra la obra justificadora de Jesús. Rom. 5:1.

2-. Casi nadie ayuda a quitar la amargura de nuestras vidas. Siempre hay personas que alimentan el dolor.

3-. Exponer directamente el problema de amargura para ser restaurados, Gálatas 6:1… volver al origen para acomodar el hueso fracturado (que duele) e inmovilizar.

Generalmente cuando hay amargura, nos desquitamos con las personas más cercanas a nosotros.

Siete consecuencias de la amargura:

1.      Contamina a otros, He. 12:15. Estorba, paraliza y contamina. Se alimenta y multiplica, pero hay que ir a la raíz.

2.      Hace que se pierda la perspectiva real, Sal. 73:11-17. El remedio es entrar a la presencia de Dios. El amargado es legalista, dicen: “todo el mundo” o “nadie”.

3.      La amargura se disfraza de sabiduría, Stg. 3: 13-15.

4.      El espíritu de amargura da lugar al diablo, Ef. 4:26-27.

5.      La amargura puede causar enfermedades: artritis, úlcera y asma.

6.      Impide tener revelación de la gracia de Dios, He. 12:15.
7.      Se une al espíritu de Absalón, 2S. 15:1.

Detrás de cada amargado hay un pecado oculto.

Remedios:

* Mirar la amargura como un pecado, no como un problema.

* Perdone inmediatamente la ofensa, así podrá tomar decisiones correctas; de lo contario,            es una punzada que empieza a hincharse y no podrá pensar con cordura.

* Rehúse hablar del problema delante de cualquier persona.

* Rehúse hablar del problema constantemente ante otros.

* Rehúse hablar del problema constantemente ante usted.

SUSTITUYA EL RECUERDO POR LA PALABRA DE DIOS.

P.s John D. Lambraño

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