15 feb 2011

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EL PODER DE LA PALABRA HABLADA

Isaías 55: 10-11. No son los gigantes de la vida, ni las tormentas, ni el diablo, los que derrotan a la gente, si usted está en derrota, es porque primero se ha derrotado a si mismo, a causa de su forma de pensar, creer y hablar.


Nosotros venimos de una cultura religiosa, donde para poder tener una bendición teníamos que hacer un sacrificio, nos habíamos acostumbrado a pensar mal, a creer mal y a hablar mal; de nuestra vida, de nuestros hijos, de nuestro país y hasta de nuestro mismo destino. Eso nos llevó por años al fracaso, a la ruina, a la derrota. Debemos entender que somos la sal de la tierra, la luz que resplandece en medio de un mundo corrupto y hemos sido llamados para cambiar el destino de otro. Así que, Lo que diga será hecho, Marcos 11.23.

El pueblo de Israel recibió exactamente lo que dijo, creyeron que no podrían tomar la tierra prometida, y el resultado fue lo que ellos un día declararon. Ellos venían de una mentalidad de esclavos, no podían visualizar ni se veían dentro de la tierra prometida. Dios les da una palabra en Deuteronomio 11:25 donde les afirma que en ellos hay destino, hay un propósito, que donde quiera que vayan y pisen la tierra será suya, pero ellos dudan y no toman esa palabra para sí sino comienzan a declarar lo contrario que Dios les había dicho.

Cuando Dios le dice a Moisés que envíe 12 espías para que inspeccionen la tierra y traigan el reporte; parten hacia allá, ven que la tierra es buena, que da abundante fruto, pero a su regreso, 10 de ellos piensan mal, creen mal y hablan mal, Números 13:27-33.

Ellos no se vieron como hijos dentro de un reino. No vieron a Dios, vieron sus imposibilidades, se olvidaron que Dios los había sacado con su mano poderosa de una tierra donde eran esclavos. A ellos les costaba entender que Dios los quería hacer grandes y poderosos. Nosotros muchas veces cuando estamos en medio de circunstancias, en vez de citar la palabra, en vez de apropiarnos de la palabra, comenzamos a pensar mal, a creer mal y a confesar mal. Nos vemos fracasados, derrotados, creemos que no podemos, pero el que tiene a Jesucristo, todo lo puede, porque mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo.

Sólo José y Caleb comenzaron a hablar con mentalidad de reino, ellos no se vieron derrotados, ni destruidos por los gigantes, al contrario,  dijeron algo muy poderoso: “nosotros los comeremos como pan, su amparo se ha apartado de ellos y con nosotros está Jehová.” (Vs. 7). Ellos si entendieron que Dios les había dicho una palabra de bendición.

Cuántas veces hablamos mal en nuestra casa, de nuestras finanzas, de nuestros hijos, de nosotros mismos; y usted, no fue llamado para hablar mal, sino lo que Dios quiere que usted hable, fue llamado a hablar bendición y tiene que verse como una bendición, así esté pasando por situaciones difíciles en la vida, porque Dios lo va  a levantar, no lo va a dejar en vergüenza.

Si Dios lo dice yo lo creo, y si yo lo creo Dios lo hace, y si Dios lo hace es porque hecho está. En Josué 1:5, Dios le habla ahora a Josué y éste manda 2 espías que llegan a la casa de una mujer ramera que les dice: yo he oído que el Dios de ustedes hizo secar las aguas del mar, yo he oído que el Dios de ustedes destruyó a los reyes de Seón y de los amorreos, y por causa de eso, viene el cumplimiento de lo que 40 años atrás el Señor les había dicho en Deuteronomio 11: 25.

¿Cómo estaban todos los pobladores de la nueva tierra prometida? Bajo el temor y la angustia de ser devorados y destruidos por Israel, con miedo de enfrentarlos y ser comidos como pan y ¿qué habían estado pensado los israelitas durante tanto tiempo? Que ellos iban a ser destruidos y se vieron como langostas. El diablo muchas veces le ha dicho a usted que nunca va a salir de ahí, que usted va a fracasar, que va a terminar mal; pero cuando vengan esos pensamientos, confiese: Nunca va a pasar eso en mi vida, porque mis hijos, mi casa, mi empresa tienen herencia; el devorador nunca podrá tocar lo que me pertenece, porque estoy bajo la sombra del Altísimo.

Confiese lo que prevalece. Hay una palabra en el salmo 33: 9 “porque él dijo y fue hecho, él mando y existió.” Si Dios lo dice, yo lo tengo que creer. Usted forma parte del reino de los cielos, por eso, todo lo que es del Padre es suyo; pero muchas veces nosotros, no prevalecemos, no confesamos las bendiciones.

Muévase en la palabra de Dios. Salmo 33:9 La iglesia de hoy ha perdido el arte de ordenar, ha perdido la perspectiva. Aunque salimos del mundo tradicional, del pecado, de todo lo malo; pensamos en una forma escasa, deplorable, nos vemos como muchas veces se vio el pueblo de Israel derrotado por los gigantes.
Así como en Éxodo 14:15, Dios le dijo a Moisés que lo que debía hacer era ordenar al pueblo que marchara, usted hoy debe dar una orden, activar ángeles, hacer una declaración diferente a la que hasta hoy venía haciendo; ordene que las finanzas vengan a usted, confiese que ya fue sanado por las llagas de Cristo, ordene que las ventanas de los cielos se abran; porque lo que salga de su boca tiene poder. Dios es poderoso en su palabra, pero él se glorifica cuando esa palabra sale de su boca y usted y yo debemos declarar y orden


P.s John David Lambraño

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