7 oct 2010

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VISIÓN DEL CUERPO DE CRISTO Y LOS MINISTERIOS DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS Parte 1







Cnt 2:10  Mi amado habló, y me dijo: 
 Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. 
Cnt 2:11  Porque he aquí ha pasado el invierno, 
 Se ha mudado, la lluvia se fue; 
Cnt 2:12  Se han mostrado las flores en la tierra, 
 El tiempo de la canción ha venido, 
 Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.


Yo creo que ha llegado un tiempo precioso en nuestra nación, donde DIOS  esta llamando a sus ministros e hijos a tener una relación cercana con El por medio de la persona del Espíritu Santo y lo que por años estuvo cerrado, bien cerrado como Jericò, donde se trato de seguir visiones y planes de hombres, donde nos conformamos con solo una experiencia sobrenatural, orar en lenguas, caer, levantarse, cantar o gritar, pero un país muriendo y esperando que nos manifestáramos como la iglesia en el libro de los Hechos, estoy totalmente seguro y no es un cliché que la voz de la Tórtola EL Espíritu Santo llego para quedarse entre y con nosotros, Argentina lo que viene es grande pongámonos en sintonia a nuestro amado y empecemos hacer las obra de Jesús y seguir escribiendo el Libro de los Hechos, la Biblia dice que estos tiempos serán mejor que los primeros; a Continuación comparto una visión de Tommy Hicks, notable evangelista, en 1961.



(1 Parte Profecia) 

Mi mensaje principia en Junio 25, cerca de las 2:30 de la madrugada, en Winnipeg, Canadá. Acababa de dormirme, cuando la visión y la revelación que Dios me dio me fue presentada, La visión vino tres veces, exactamente detallada, la mañana de Junio 25, 1961. Esa visión me conmovió y me impresionó tanto, que ha cambiado completamente mi perspectiva del cuerpo de Cristo, y de los ministerios existentes en al final de los tiempos.

Recibí una carta hace varias semanas, de uno de nuestros evangelistas nativos en África, en la ciudad de Nairobi. Este hombre y su esposa iban hacia Tanganyika. Ninguno sabía leer ni escribir, pero les habíamos estado ayudando por dos años. Y al entrar en el territorio de Tanganyika, pasaron por una pequeña aldea. La gente estaba evacuando la aldea, porque una plaga estaba azotando la aldea. Encontró nativos que estaban llorando, y les preguntó que sucedía. Le contaron que sus padres habían muerto hacía tres días, tenían que irse. Tenían temor de entrar a la choza, y allí les iban a dejar. ¿El les preguntó donde estaban? Ellos señalaron hacia la choza, les pidió que entraran con él, pero rehusaron. Tenían miedo de hacerlo.

El obrero nativo y su esposa entraron en la choza donde estaban el hombre y la mujer, que habían muerto hacía tres días. Y simplemente extendió su mano en el Nombre del Señor Jesucristo, pronunció el nombre del hombre y de la mujer, y dijo, “en el nombre del Señor Jesucristo, ordeno que la vida regrese a sus cuerpos.” Instantáneamente, estas personas quienes nunca habían conocido a Jesucristo como su Salvador personal, se sentaron e inmediatamente comenzaron a alabar a Dios. El espíritu y el poder de Dios, vino a la vida de estas personas.

Quizá nos parezca un fenómeno extraño este incidente, pero ese es el principio de los ministerios al final de esta era. Dios va a tomar a los inútiles, los Don Nadie, los ignorados, los despreciables. El va a tomar a cada hombre y a cada mujer, y les va a dar este derramamiento del Espíritu de Dios.

En el libro de Los Hechos, leemos que en “Los últimos días”, Dios dijo, “Derramaré mi Espíritu sobre  toda carne.” Me pregunto si realmente, hemos comprendido lo que Dios quiso decir, al declarar, “Derramaré mi Espíritu sobre  toda carne.” No creo poder comprender ni entender en su plenitud esa declaración, y luego leo en el libro de Joel: “Vosotros, pues, hijos de Sión, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia con justa medida, y hace descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía, como al principio.” Joel 2:23. No solo será la lluvia primera, la lluvia temprana y la lluvia tardía, sino que en estos últimos días el dará a Su pueblo una doble porción del poder de Dios.

Como esta visión me aconteció cuando dormía, de pronto me encontré en un lugar muy elevado. Dónde, no lo sé. Pero miraba hacia la Tierra y estaba abajo. Repentinamente, toda la tierra vino a mi vista. Cada nación, cada raza, cada lengua vino a mi vista, empezaron a haber relámpagos y truenos.

Mientras los relámpagos iluminaban la faz de la tierra, mis ojos miraron hacia abajo, y estaba de cara al norte. Repentinamente, contemplé lo que parecía ser un gigante, y mientras lo miraba, estaba casi desconcertado por la vista ante mis ojos. Era tan gigantesco y tan grande. Sus pies, parecían llegar hasta el polo norte y su cabeza hasta el sur. Sus brazos estaban extendidos de mar a mar. No podía empezar a comprender si era una montaña o un gigante, pero mientras observaba, de pronto, contemplé a un gran gigante. Podía ver su cabeza, estaba luchando por su vida. Quería vivir, pero su cuerpo estaba cubierto como de despojos, de la cabeza a los pies, y a veces movía su cuerpo y actuaba como si a veces quisiera levantarse, Y cuando lo hacía, miles de pequeñas criaturas parecían huir de él. Criaturas horribles corrían de este gigante, y cuando se calmaba, regresaban.

Pero de pronto, este gigante levantó su mano hacia el cielo, y luego, levantó su otra mano, y cuando lo hizo, estas criaturas por millares, parecían huir de este gigante e irse a las tinieblas de la noche.

Lentamente, este gran gigante empezó a levantarse, y al hacerlo, su cabeza y sus manos, entraron en las nubes. Y cuando se levantó totalmente, parecía haberse limpiado de todos los escombros y suciedad que había sobre él, y empezó a levantar sus manos hacia los cielos como si estuviese alabando al Señor, y al levantar sus manos, también se introdujeron en las nubes.

Repentinamente, cada nube se volvió de plata, la plata más maravillosa que jamás conocí. Mientras observaba este fenómeno, era tan grandioso que no podía ni empezar a comprender todo su significado. Estaba tan impresionado al observarlo, y grité al Señor, diciendo, “Oh Señor, ¿cuál es el significado de todo esto?”, y sentí como si actualmente estuviera en el Espíritu, y pude sentir la presencia del Señor.

Y de esas nubes súbitamente descendieron grandes gotas de luz en líquido, lloviendo sobre este grandioso gigante, y lentamente , muy lentamente, este gigante empezó a derretirse, empezó a sumergirse en la tierra, y mientras se derretía, su forma empezó a llenar la faz de la tierra, y esta lluvia fuerte empezó a descender.

Gotas de luz empezaron a inundar la tierra, mientras observaba este gigante que parecía derretirse, repentinamente se convirtió en millones de personas sobre la faz de la tierra. ¡Y al contemplar esta escena ante mí, personas empezaron a levantarse por todo el mundo! Estaban levantando sus manos y alabando al Señor.

En ese preciso instante, se escuchó un potente trueno que parecía rugir desde los cielos. Levanté mis ojos al cielo y vi una figura vestida de blanco, en un blanco resplandeciente era la cosa más gloriosa que jamás había visto en toda mi vida. No vi su rostro, pero de alguna manera estaba seguro de que era el Señor Jesucristo, y El extendió Su mano, y cuando lo hizo, tendía su mano sobre las naciones, y las gentes del mundo – hombres y mujeres – al apuntarles, esta luz líquida parecía fluir de sus manos hacía ellos, y aquellas personas empezaron a avanzar en el nombre del Señor.

No sé por cuánto tiempo miré eso. Me parecieron días, y semanas y meses. Y contemplé este Cristo, mientras continuaba extendiendo su mano; pero aconteció una tragedia. Había muchas personas que cuando El extendía su mano hacia ellos, rehusaron la unción y el llamamiento de Dios. Vi hombres y mujeres que conocía. Personas que yo sentía que recibirían la invitación de Dios. Pero cuando El extendió su mano hacia ellos, simplemente inclinaron su cabeza y se retiraron. Y cada uno de los que se retiraron, parecía que iban hacia las tinieblas. La negrura parecía absorberlos por dondequiera.

Estaba sumamente impresionado mientras observaba esto, pero las personas a quienes El había ungido, cientos de millares de todo el mundo, en África, Inglaterra, Rusia, China, América, de todo el mundo, la unción de Dios estaba sobre ellos, mientras avanzaban en el nombre del Señor. Yo vi estos hombres y mujeres, mientras avanzaban. Eran cavadores de zanjas, lavanderas, había ricos y había pobres. Vi a personas que estaban atados con parálisis, y diferentes enfermedades, y ceguera, y sordera. ¡Y mientras el Señor extendía su mano para darles esta unción, ellos sanaban, eran libertados, y avanzaban hacia delante!

Continua...

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